¿Por qué aparecen y cómo se desarrollan?

Para poder entenderlo, es necesario introducir el concepto de Condicionamiento Clásico. El Condicionamiento Clásico es una de las formas básicas de aprendizaje de conductas nuevas. Consiste en que una situación, que previamente no suscita ningún tipo de reacción emocional, al asociarse a otra, sí que produce una determinada reacción, adquiere la capacidad de provocar una reacción emocional parecida. Por ejemplo, imaginemos una persona a quien gustaba conducir. Sin embargo, un día tiene un accidente de tráfico; no se hiere, pero se asusta muchísimo. A partir de ese momento, algo sucede, empieza a tener mucho miedo de conducir. Cada vez que sube a un coche, su mente se ve invadida por pensamientos e imágenes catastróficas de terribles accidentes, y su cuerpo reacciona sintiendo una gran activación fisiológica. Podemos decir, que esta persona ha aprendido a tener miedo por Condicionamiento Clásico.

Pánico y Agorafobia

Este mismo fenómeno de aprendizaje produciría los problemas de pánico y agorafobia. Veamos cómo sucede. Una persona se encuentra bien, haciendo sus actividades cotidianas y de pronto, empieza a notar un gran malestar que va en aumento, nota taquicardia y ahogo, se asusta mucho, cree que le está sucediendo algo muy grave, quizá que esté sufriendo un ataque cardíaco y reacciona, en consecuencia, yendo a la sala de urgencias del hospital más cercano. A partir de este momento, aunque en el hospital le aseguran que no le pasa nada, algo sucede, cada vez que nota una mínima sensación en el corazón o en su respiración, automáticamente piensa que va a tener un infarto, su organismo se acelera y corre a urgencias. Ha aprendido por Condicionamiento Clásico a tener un trastorno de pánico.

Lo que realmente ha sucedido aquí, y eso es lo que ocurre en los trastornos de pánico, es que, en un primer ataque, se asocia el enorme malestar fisiológico experimentado, a sensaciones internas fisiológicas inocuas. Es decir, a partir de ese primer ataque, cada vez que se percibe un pequeño cambio corriente en el organismo, la persona, como fruto del Condicionamiento Clásico, se pone muy ansiosa. Lo que antes no producía ninguna reacción de miedo, y que incluso ni siquiera se percibía, ahora se conceptualiza como la señal de “lo peor”. Estos pequeños cambios corporales son producidos o bien por variables del propio organismo (proceso digestivo, ovulación, ritmos biológicos) o bien por actividades externas (ejercicio, cambio postural brusco, entumecimiento matinal, relajación).

Un fenómeno común a la respuesta de ansiedad es que, el sujeto está pendiente de las situaciones amenazantes. Desde un punto de vista de supervivencia de la especie, esto tiene mucho sentido. Nuestros antepasados primitivos, enfocaban su atención selectivamente hacia los depredadores y ello contribuía a que sobreviviera. Desafortunadamente, este fenómeno juega en nuestra contra cuando sufrimos un trastorno de ansiedad. Desarrollamos una sensibilidad hacia las señales de peligro, y en esa línea, una persona con pánico está enormemente sensibilizada hacia sus cambios corporales. En cuanto nota la mínima variación, su programa de pánico se dispara. Esta es la auténtica explicación de los ataques de pánico súbitos; no es que no haya señal productora del pánico, es que la señal, está en el propio organismo.

El fenómeno de la Generalización

Otro proceso que contribuye a la creación de un problema de pánico es el fenómeno de la GENERALIZACIÓN. Esto significa que, a partir de la primera asociación, por similaridad, se aprende a tener miedo también ante otras situaciones parecidas. Así, una persona que condicionó clásicamente en un ascensor, es posible que con el tiempo generalice a otros espacios estrechos y cerrados como una cabina telefónica, una habitación pequeña o un cuarto de baño. En pánico, sucede lo mismo, sólo que, como las situaciones temidas son sensaciones corporales, la generalización se va haciendo a otras sensaciones corporales, y a ello contribuye enormemente el fenómeno de visión de túnel o autovigilancia comentado anteriormente.

Para complicar más las cosas en una persona con un pánico incipiente pueden ocurrir nuevos condicionamientos. Si una persona sufre un ataque de pánico en una determinada situación, además de asentar todavía más férreamente la asociación a las sensaciones internas, puede condicionar a la situación exterior, y así aparece el miedo y la evitación agorafóbica. Si el ataque de pánico se da conduciendo, es muy probable que se condiciones a la situación de conducir. Así se empieza a desarrollar el miedo a determinados lugares. Es más, ni siquiera es necesario que se de un auténtico condicionamiento, es decir, que la persona sufra un ataque de pánico en esa situación, basta con que crea que podría tener un ataque allí. Por ello, las situaciones agorafóbicas temidas suelen ser lugares o circunstancias donde el escape es difícil o embarazoso socialmente y la posibilidad de recibir ayuda es escasa, como estar a solas en casa, grandes almacenes, no traer la pastilla en el bolsillo, alejarse de casa, aviones, transportes públicos, parkings o ascensores.

¿Pero, por qué sucede el primer ataque?

La investigación demuestra que hay dos grandes tipos de factores que pueden provocar un primer ataque.

1. Estrés psicológico: que una persona esté en una situación vital que le produzca una gran presión, como problemas o exceso de trabajo, problemas de pareja o de familia, situación de examen y preocupación por un problema médico personal o de un familiar.

2. Conjunto de reacciones fisiológicas no peligrosas pero desagradables y desconocidas para el sujeto. Como hipoglucemia, bajadas bruscas de presión arterial, hiperventilación, las sensaciones que aparecen ante cambios bruscos de temperatura ambiental, intoxicación cafeínica, consumo de drogas, postoperatorio y convalecencia de enfermedades debilitantes.

También pueden considerarse otras variables consideradas predisposicionales, es decir, que hay personas que son más vulnerables a condicionar si sufren estos acontecimientos. Puede ser por una tendencia a ponerse nervioso, es decir, tener un sistema nervioso más reactivo, o psicológica, que es una tendencia a preocuparse un poco más por las cosas en comparación con los demás en temas relacionados con la salud.

Sin embargo, aunque la vulnerabilidad biológica y psicológica aumentan la probabilidad de que se produzca un condicionamiento en un primer ataque de pánico, en muchos casos encontramos que, sin esta vulnerabilidad, también se puede producir. El ingrediente fundamental es sufrir un ataque de pánico, y en él, condicionar.

En Resumen

En este escrito se presenta una explicación de cómo se gestan los problemas de pánico y agorafobia. Se considera de vital importancia la ocurrencia del fenómeno o evento que nos haga sentir esa fuerte sensación de miedo o pánico, además del o de los estímulos que se asocien (condicionen) con el mismo, es importante entender que algunos individuos son más propensos que otros para sufrir de pánico o agorafobia, bien por sus estilos o esquemas mentales marcados de interpretación, por sus rasgos de personalidad, su sistema neurobiológico.

Por fortuna, existe un tratamiento psicológico efectivo que permite combatir y erradicar este trastorno. La corriente psicológica Cognitivo Conductual posee técnicas que han sido validadas empíricamente.

Si sufres de agorafobia o has tenido un ataque de pánico te recomendamos ponerte cuanto antes en tratamiento psicológico, este mismo puede realizarse de forma online de forma muy exitosa.