La fobia es un trastorno perteneciente al grupo de los trastornos de ansiedad. Se trata de un temor/miedo desproporcionado a objetos, animales, personas, situaciones, etc. que produce una conducta de escape y evitación ante lo temido. No es extraño escuchar a las personas que padecen este trastorno verbalizaciones del tipo: “No puedo con ello… me supera enfrentarme a esa situación… Me produce auténtico terror…”. Estas verbalizaciones van acompañadas de conductas explícitas en las que se producen y evidencian conductas de evitación o escape ante lo temido, por ejemplo, si una persona tiene fobia social, procurará no enfrentarse a situaciones de esta índole, no asistirá a fiestas o encuentros en los que se vea en la necesidad y/u obligación de interactuar con más de una o dos personas a la vez.

Como podemos darnos cuenta, algunas fobias serán mucho más limitantes y desadaptativas que otras. Por tanto, imaginemos por un momento a una persona que está estudiando para ser piloto y tenga o sienta auténtico terror a las alturas o a volar, a una enfermera con fobia a las jeringuillas o un veterinario con terror hacia los gatos o perros.

En estos casos nos encontramos con situaciones que interfieren de forma más invalidante y evidente, con ello no queremos decir que se deban atender sólo a aquellas situaciones de temor desproporcionado o fobia que estén relacionadas exclusivamente con nuestras labores, profesiones o trabajos.

Lejos de ello lo que sí debemos entender, es que todo aquello que nos genere malestar físico y mental debe ser tratado, es cierto que algunas personas que padecen de fobias intentan buscar la manera de resolver las situaciones de forma menos eficiente, por ejemplo, las personas que tienen fobias a los espacios cerrados como los ascensores, buscarán la manera de subir por las escaleras, aquellas que temen a los túneles darán vueltas astronómicas para llegar a su destino con tal de no atravesar el túnel.

Lo que está claro es que todos estos atajos o conductas evitativas lejos de proporcionarnos una ayuda lo que consiguen es reforzar nuestra fobia.

Diferencias entre el miedo y la fobia

Es importante establecer diferencias entre el miedo y la fobia.

El miedo (aunque se encuentre en el grupo de las emociones displacenteras) es una emoción que se considera normal y adaptativa ya que nos protege de los peligros reales y nos conduce a accionar ante ellos. Ante el miedo podemos notar reacciones fisiológicas en nuestro cuerpo como taquicardia, sudoración, temblores, etc. El miedo, como emoción displacentera regulada, no supone o compromete nuestra vida cotidiana o rutinas.

En cambio, la fobia se presenta en forma de miedo intenso, duradero, desproporcionado y desadaptativo, ya que el miedo que siente la persona no la protege de ningún evento o fenómeno, dado que se manifiesta ante objetos, situaciones o personas que no son peligrosas per se, además produce cambios en las rutinas de las personas, modifica sus hábitos y estilos de vida, por otro lado, y de cara a lo que son los síntomas físicos derivados son más poderosos, molestos, evidentes y duraderos.

¿Cómo te puede ayudar un psicólogo a superar la fobia?

Con todo lo antes mencionado y descrito, es importante tener presente que las fobias pueden ser tratadas con éxito por medio de la terapia psicológica y conseguir una remisión total tras su finalización, este mismo debe ser proporcionado por un profesional de la psicología. La Fobia puede tratarse perfectamente en un formato online

Por otra parte, es importante saber que no existen tratamientos farmacológicos para la cura de la fobia, lo que sí podría hacerse es combinar el tratamiento psicológico con algún fármaco específico para la ansiedad. 

La Terapia Cognitiva Conductual (dentro de las diversas corrientes existentes en psicología), se entiende o conoce como la más eficaz para este tipo de problemas por poseer técnicas validadas empíricamente.

Los psicólogos ayudan a las personas que padecen de este trastorno de las siguientes maneras:

  1. Evalúan al paciente con el fin de conocer la problemática con profundidad y hacer un diagnóstico y posterior tratamiento.
  2. Ayudan a conocer la etiología u origen del problema, si hay historial de aprendizaje (vicario u observación), experiencial, dificultad en la gestión de las emociones en un momento concreto, genética, etc.
  3. Enseñan a los pacientes a regular las emociones.
  4. Aporta información extensa y pormenorizada sobre el problema, de esta forma el paciente reconoce cómo se produce.
  5. Trabajan en conjunto con el paciente los aspectos cognitivos del problema (pensamientos automáticos negativos, pensamientos anticipatorios, creencias disfuncionales, etc.
  6. Extingue la fobia por medio de la Exposición (técnica concreta que se utiliza en el tratamiento de la fobia). Estableciendo en conjunto al paciente el gradiente de exposición de forma cautelosa.
  7. Ayudará al paciente a recobrar su vida y completo funcionamiento.

En conclusión, podríamos decir que el malestar asociado a las fobias, en especial cuando éstas no se diagnostican y tratan, puede llevar a complicaciones psiquiátricas posteriores como otros trastornos de ansiedad, trastorno depresivo mayor y trastorno inducido por sustancias (sobre todo por el alcohol). Es importante acudir a un especialista si se padece sus síntomas. En Mejor sin Ansiedad podemos ayudarte ya que somos especialistas en el área.