¿Cómo se mantiene la depresión?

¿Cómo se mantiene la depresión?

Estamos habituados a usar la palabra “depresión” con excesiva frecuencia. Cuando tenemos un mal día, nuestro estado de ánimo está un poco más bajo de lo habitual o incluso cuando estamos cansados, la expresión que acude a nuestra mente es “estoy deprimido”. Todo el mundo atraviesa períodos de tristeza, de soledad o de infelicidad. Los acontecimientos cotidianos y nuestras reacciones ante ellos, afectan a veces nuestra paz interior.

Cuando estos sentimientos duran semanas o incluso meses, impidiendo que volvamos a adoptar una visión sana de la realidad, es posible que nos hallemos ante una depresión.

La depresión es un serio trastorno emocional que implica cambios importantes en nuestra forma de sentir, de pensar y actuar. Afecta la forma en que una persona come y duerme. También, como uno se valora a sí mismo (autoestima). Un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza.

Entonces, ¿cómo se mantiene la depresión?

El proceso suele ser de la siguiente manera:

1º Pérdida de reforzadores. La persona sufre una pérdida que percibe como crítica.

Esta pérdida produce un gran impacto psicológico: dolor emocional. Este dolor se manifiesta en dos cambios importantes:

– pensamientos negativos (¿porqué a mí?, es por mi culpa; soy un desastre…)
– sensaciones emocionales y físicas desagradables (apatía, ganas de llorar, problemas en el sueño, etc..)

3º Como consecuencia de pensar así y de sentir esas sensaciones, el siguiente paso es que aparezca la inercia, y se empiece a dejar de hacer actividades. Esto es comprensible: si el estado de ánimo está bajo y los pensamientos se tornará oscuros, lo que menos nos apetece es hacer cosas. Se suelen abandonar primero aquellas actividades cuyo objetivo es pasarlo bien (salir con amigos, hacer deporte, etc..)

4º Privarnos de estas actividades placenteras que todos necesitamos para estar bien se puede conceptualizar como más pérdida, que se añade a la pérdida de reforzadores original. Lo que a su vez, va a provocar más dolor emocional (pensamientos – y sensaciones desagradables). Ambos provocan más inercia cerrando el circuito de la depresión.

5º Sí este circuito no se cierra en alguno de sus puntos (lo que sí sucede en la mayoría de los casos en que pasamos por una época de tristeza), el siguiente paso será no poder afrontar las actividades que podríamos considerar obligatorias: trabajo, tareas domésticas, etc…. Esto sería de nuevo más pérdida, fortificando aún más el circuito depresivo, y además crearía nuevos pensamientos de desvalorización, inutilidad y poca autoeficacia.

Recomendación indispensable ante el tratamiento de la depresión: Programación de actividades agradables y gratificantes

Como su propio nombre indica, esta actividad consiste en asignar o prescribir aquellas actividades que resultan más gratificantes a la persona en particular.

El objetivo es disminuir la incapacidad para sentir placer (o anhedonia) presente en los trastornos depresivos. No se trata de disfrutar al máximo, sino de aliviar o disminuir parcialmente el grado de tristeza, aumentando la probabilidad de experimentar la gratificación.

Existe una relación causal y directa entre el número de actividades agradables que realizamos y la calidad de nuestro estado de ánimo. Esta relación es tan evidente como para notar los efectos día a día.

Habitualmente, los días más felices de la semana, para la mayoría de las personas, son aquellos en que más actividades placenteras se realizan: los fines de semana. Normalmente, los sábados y los domingos se suelen dedicar a los deportes, a estar con los amigos, a leer, a ir al cine, a salir, a tener relaciones sexuales, y a un sinfín de actividades que provocan que el estado de ánimo sea alto. Este fenómeno es aún más visible durante las vacaciones.

La importancia de recibir satisfacción diariamente no sólo se ve a nivel individual, sino también en parejas y en familias. Es un hecho claramente demostrado que las parejas y familias más felices y unidas son aquellas que comparten más momentos agradables. Sin embargo, este esquema no es matemáticamente perfecto. Una persona puede estar teniendo un día muy agradablemente activo y sufrir un contratiempo, a pesar de haber realizado un buen número de actividades agradables, la aversión provocada por la multa podría “desplazar” el bienestar conseguido, bajando el estado de ánimo. Se podría decir que nuestro estado de ánimo es el resultado de una imaginaria balanza, donde se sopesa la cantidad y la calidad de eventos positivos y negativos. Si queremos subir el estado de ánimo, debemos, por tanto, incrementar la entrada de lo positivo.

El primer paso para aumentar y recuperar el número de actividades agradables que hacías antes de tu problema actual, es saber con exactitud de qué actividades estamos hablando. Para ello haz un listado con las actividades agradables o favoritas , intentando para ello recordar tus preferencias y deseos. Es necesario cambiar el foco de la ansiedad actual que te generan tus preocupaciones y listar las actividades usando la razón y los recuerdos.

Conclusión

Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses e incluso años. Sin embargo, la mayoría de las personas que padecen de depresión pueden mejorar con un tratamiento adecuado. Es probable que hayamos buscado solución a este terrible malestar pero que todavía no tengamos idea de qué es lo que todavía lo hace tan resistente . No se trata de una solución mágica o definitiva, pero si incluimos el tratamiento para la depresión, la técnica ¨actividades agradables¨ como estrategia activadora, con mucha probabilidad obtendremos ganancias positivas. Si estás padeciendo depresión te recomendamos buscar ayuda cuanto antes.


Autolesión y su relación con la Ansiedad y la Depresión

Autolesión y su relación con la Ansiedad y la Depresión

La autolesión no suicida, a menudo llamada simplemente autolesión, es el acto de lastimarse el propio cuerpo a propósito, por ejemplo, con cortes o quemaduras, golpear una parte de su cuerpo con algún objeto, pincharse con algún objeto filoso, incluso un atracón de comida y muchas otras conductas no saludables. Por lo general, no es un intento de suicidio. Este tipo de autolesión es una forma dañina de afrontar el dolor emocional, la tristeza, la ira y el estrés, esto sucede porque la persona no tiene recursos de afrontamiento ante situaciones diversas, para regular sus emociones y resolver las problemáticas reales o subjetivas que llevan al sujeto a ¨necesitar¨recurrir a estas acciones. Algunas personas inician la práctica de las conductas autolesivas porque han escuchado o leído que a otros les ¨reducen el malestar emocional¨ y caen en la trampa de esta conducta disfuncional.

Razones por las que las personas se autolesionan

Las personas pueden autolesionarse por una variedad de razones. Algunos factores que pueden contribuir incluyen:

  1. Dolor emocional: La autolesión a menudo se utiliza como una forma de aliviar el dolor emocional, como la ansiedad, la tristeza/depresión, la ira o el estrés.
  2. Trastornos mentales: La autolesión puede ser un síntoma de trastornos mentales como la depresión, la esquizofrenia, la borderline o el trastorno límite de la personalidad.
  3. Trauma: Las personas que han experimentado abuso, negligencia o cualquier otro tipo de trauma pueden ser más propensas a autolesionarse. En estos casos se hace muy necesario que la persona se ponga en tratamiento para tratar el trauma y la conducta autolesiva.
  4. Presión social: Algunas personas pueden sentir presión para cumplir con ciertas expectativas o imágenes de sí mismos o de los demás, lo que puede llevar a comportamientos autodestructivos.
  5. Falta de habilidades de afrontamiento: Las personas que no tienen buenas habilidades de afrontamiento pueden recurrir a la autolesión como una forma de lidiar con situaciones difíciles.
  6. Como medio de comunicación de su dolor: La persona intenta validar pública o de forma privada sus estados emocionales de malestar y dolor.
  7. Autocastigo: Las personas acuden a esta conducta para autoinflingirse penas porque se consideran malas personas, se odian a sí mismas o son extremadamente autoexigentes, perfeccionistas e intolerantes a la frustración.
  8. Antisuicidio: Se acude a la autolesión porque deseo un castigo pero no morir.

Es importante destacar que la autolesión es un comportamiento peligroso (incluso aunque se crea que se realiza de una forma controlada) y puede tener consecuencias graves para la salud física y emocional. Si alguien que conoces se autolesiona, es importante brindarle apoyo y ayudarlo a buscar ayuda profesional.

¿Cómo se trata en terapia este problema?

El tratamiento más común para la autolesión incluye un enfoque integrado que aborde las causas subyacentes y proporcione herramientas efectivas para manejar el dolor emocional. Algunos de los tratamientos más comunes incluyen:

1. Terapia psicológica: La terapia psicológica, como la terapia cognitivo-conductual o la terapia dialéctica conductual, puede ayudar a las personas a identificar y cambiar pensamientos y comportamientos autodestructivos.

2. Terapia farmacológica: Los medicamentos, como los antidepresivos, pueden ayudar a aliviar los síntomas de la depresión y otros trastornos mentales que pueden contribuir a la autolesión.

3. Terapia de grupo: Las terapias de grupo pueden proporcionar un entorno seguro y de apoyo para compartir experiencias y aprender de otros que han experimentado la autolesión.

4. Terapia familiar y terapia de pareja: Estos tipos de terapia pueden ayudar a mejorar las relaciones y resolver conflictos en el hogar o en la pareja que puedan estar contribuyendo a la autolesión.

En Mejor Sin Ansiedad somos especialistas en todos los trastornos y problemáticas que se derivan de la ansiedad y la depresión. Sin duda te ayudaremos a que consigas regular tus emociones e inhibir cualquier conducta desadaptativa y peligrosa, como es el caso de las autolesiones.


10 señales que nos indican que deberíamos acudir a un psicólogo

10 señales que nos indican que deberíamos acudir a un psicólogo

Es bastante habitual encontrase con personas que postergan la atención al malestar psicológico, es posible que esto ocurra por muchas razones, algunas que escapan de nuestro control como es el económico, en ocasiones y debido a la  deficiente forma de funcionar del sistema sanitario público/gratuito (no por negligencia o impericia sino porque este mismo se encuentra saturado desde hace años, encontrando una mayor demanda para el poco número de sanitarios que atienden), el paciente se ve en la necesidad y casi obligación de buscar ayuda de forma privada, en ocasiones el mismo no se lo puede permitir y es cuando lo deja de lado.

En otras ocasiones el laxar la atención del mismo responde propiamente a otras cuestiones más de índole subjetivo y de decisión, nos referimos propiamente a la subestimación del problema y del alcance del mismo, a la no contemplación de la posible cronificación. Otra de las posibles razones esta explicada por el estigma y la demonización hacia aquello que está relacionado con la salud mental (aunque cabe destacar que en la actualidad esto va perdiendo fuerzas y la población mundial definitivamente está derribando este disfuncional estigma). Podemos encontrarnos que los problemas de la vida, trastornos emocionales y mentales nos llevan a los seres humanos a experimentar malestar subjetivo fluctuante, esta fluctuación puede llevarnos a confundirnos, hasta el punto de creer que desaparecerá espontáneamente, de la misma forma en la que fluctúa sin darnos cuenta de que estamos incurriendo en un craso error.

Ahora bien, pesemos en positivo, miremos hacia un mejor y saludable futuro, aprovechemos los recursos y las facilitaciones como puede ser la terapia online que nos acerca a las posibilidades de atender no sólo a nuestra problemática psicológica sino también a los ahorros que nos representa este formato de eficaz y eficiente asistencia, abramos nuestra mente, seamos valientes ya afrontemos el malestar. Desde Mejor Sin Ansiedad te animamos a que des comienzo a tu proceso terapéutico.

10 señales básicas parara acudir a un psicólogo

A continuación, ofreceremos 10 de los que consideramos señales básicas parara acudir a un psicólogo:

  • El bajo estado de ánimo no es fluctuante, sino que este mismo se ha instalado en tu vida. Te encuentras deprimido la mayor parte del día, todos los días y esto viene ocurriendo desde hace más de una semana. Incluso los pensamientos de muerte o de ¨desaparecer¨ de hacen muy frecuentes.
  • Ha ocurrido un episodio traumático para ti como puede ser la pérdida de un ser querido, de un trabajo, una enfermedad, divorcio, agresión, etc. Tienes flash bag o rememoras mucho el acontecimiento, tienes pesadillas con ello, interfiriendo significativamente en tu vida y salud en general.
  • Recurrencia de pensamientos de índole intrusivos y negativos, que provocan malestar, ansiedad, te paralizan, aíslan, te llevan a recurrir a realizar conductas (incluso extrañas y hasta repetitivas) hasta conseguir bajar la ansiedad/malestar que producen estos pensamientos.
  • Presentas acusados y frecuentes desregularizaciones en el sueño (insomnio, parasomnia), en la conducta alimentaria, aumento de peso acusada o incluso pérdida del mismo en un tiempo corto (sin hacer dieta y exento de patologías fisiológicas conocidas).
  • Recurres a sustancias, conductas (alcohol, autolesiones, drogas, juego, sexo, compras compulsivas, etc) con el fin de ¨fugar¨ ante el malestar que te producen de forma consciente o no consciente algunas situaciones de la vida.
  • Te cuesta relacionarte con las personas, bien porque te cuesta ¨leer sus emociones¨, no sabes establecer límites, te cuesta decir que no, te bloqueas ante las interacciones con más de dos personas o al hablar en público.
  • Perdiste el interés por todo en la vida, sientes depresión, sientes insatisfacción incluso por aquello que en el pasado te producía, alegría, entusiasmo, interés y placer.
  • Tu autoestima va de mal en peor, cada día te quieres menos, confías menos en ti.
  • Te cuesta mucho regular tus emociones, incluso hasta el punto no sólo de producirte labilidad sino problemas con los demás y producirte un gran malestar emocional.
  • Nos encontramos estancados, somos incapaces de tomar decisiones, concentrarnos, memorizar.

¿Cómo es la intervención ante estas problemáticas?

Lo primero es establecer unas primeras sesiones que nos servirán para evaluar, hacer un análisis funcional del problema, una devolución de lo evaluado, establecer unos claros objetivos consensuados y un definido plan de tratamiento.

Desde la primera consulta te llevaras pautas, tareas y una línea de trabajo. En Mejor Sin Ansiedad podemos ayudarte. 


El aburrimiento no es depresión

El aburrimiento no es depresión

El aburrimiento, la tristeza e incluso el sentimiento de vacío no es depresión, es importante establecer esta diferencia, principalmente porque la persona que puede estar experimentando otros síntomas o sensaciones de índole no placenteras puede entrar en conclusión errada y agravar un estado subjetivo, cronificando el mismo y no sabiendo poner punto y final a la situación, ¨enredando¨ y complejizando el malestar emocional. Depresión y aburrimiento pueden estar claramente confundidos porque en ambos se manifiestan la melancolía, tristeza, apatía, desazón, estrés y niveles de estrés patológicos.

El aburrimiento al igual que cualquier estado emocional puede ser fluctuante, variar según las situaciones y ocasiones. En algunas oportunidades o casos esta puede tornarse crónica, llevándonos hasta el punto de no saber salir de ella y además trastocar nuestro autoconcepto, hasta el punto de entendernos y etiquetarnos erróneamente como personas ¨aburridas¨, carentes de interés por nada e incapaces de disfrutar de la vida, este estilo cognitivo erróneo paradójicamente sí nos podría inducir a estados depresivos.

Ahora bien, pasemos a describir y reconocer los síntomas o características de un estado crónico de aburrimiento.

Síntomas del Aburrimiento Crónico

Los síntomas más comunes son:

  • Dificultades para concentrarse en muchas de las actividades cotidianas, desde leer hasta ver la televisión, independientemente de la importancia o profundidad que tenga la tarea. Es probable que descubras que tienes la mente en otra parte mientras trabajas, estudias o conversas con alguien, en una especie de ¨fuga mental constante¨, en busca de estimulación apropiada que atraiga tu atención.
  • Sensación subjetiva de que el tiempo pasa con extrema lentitud.
  • Crees que el entorno carece de estímulos interesantes, tienes la sensación de que las experiencias gratificantes de la vida se han puesto en pausa.
  • Falta de interés por la mayoría de las actividades, incluso por aquellas que antes te reportaban una gran satisfacción, esta característica puede confundirse con la anhedonia de la depresión (incapacidad para sentir placer).
  • Te resulta difícil encontrar la motivación para emprender nuevos proyectos o actividades, a menudo te parece que se trata de una tarea muy cuesta arriba o una misión imposible.
  • Consideras que todas las cosas que haces son monótonas o carentes de sentido, cuando antes tenían un significado importante para ti.
  • Tienes la sensación de estar atrapado en una vida sin sentido, donde la emoción que prevalece es el hastío. · Sensación de vacío interior, unida a una gran insatisfacción con tu existencia.

Se hace sumamente relevante pedir ayuda ante este tipo de problemáticas, a fin de salir del estado insatisfactorio y poder vivir plenamente.

Entendamos cuáles pueden ser las ganancias o beneficios de exponernos a tratamiento psicológico ante un estado de ánimo crónicamente aburrido:

¿Qué lograrás con la intervención o terapia psicológica para el aburrimiento?

  • Reencontrar la pasión y la motivación para emprender nuevos proyectos o volver a disfrutar de las actividades que antes te satisfacían. Ante estados mentales enrevesados se hace muy complicado encontrar nuevas ideas, pensar positivo o contemplar nuevas alternativas, pensar de forma objetiva y no arremeter hacia uno mismo.
  • Mejorar tu autoconocimiento, de manera que puedas descubrir qué te motiva realmente. Tu terapeuta te puede ayudar a conectar con antiguas motivaciones, gustos y preferencias.
  • Mejorar tu capacidad de autogestión emocional, de forma que puedas identificar mejor tus sentimientos y regularlos.
  • Activar tus recursos internos, de manera que seas tú mismo/a quien cree el entorno estimulante. Te ayudará a confiar en ti mismo y en tus elecciones.

¿Qué debemos hacer en tu intervención?

1. Hacer una evaluación y diagnóstico diferencial, a fin de identificar concretamente a qué se está debiendo este estado emocional, si por un casual existe o está presente un TDAH (trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad, un síndrome de ¨estar quemado¨ (burnout) u otro que pueda estar describiendo mejor la etiología del problema.

2. Establecer un plan de tratamiento pormenorizado, ajustado a tus verdaderas necesidades, personalidad y estilo.

3. Dotarte de técnicas que te permitan tener una vida más satisfactoria y regulada, centrada en el presente (como las que ofrecen el Mindfulness), la restructuración cognitiva que permite que tus pensamientos sean más ajustados y adaptativos. Todas las mencionadas y las que puedes descubrir en tu terapia personalizada, te ayudaran no sólo a salir del aburrimiento sino también a interpretar la realidad y vida de una mejor forma.

4. Un psicólogo también se puede convertir en un excelente coaching para que recuperes tu motivación y sentido en la vida.

La terapia en sí es una actividad que puedes incluir en tu horario realista, no sólo como una actividad más dentro de tu estado de aburrimiento, sino como el sentido mismo para salir del mismo, encontrar la llave que abre la puerta a la liberación del incómodo y disfuncional aburrimiento.


Ansiedad y Depresión al mismo tiempo

Ansiedad y Depresión al mismo tiempo

Muchas personas han podido experimentar los síntomas de la ansiedad en ingentes oportunidades. Conocemos que la ansiedad es una emoción que en principio no es mala o patológica, como el resto de emociones cumple o tiene su función, pero cuando esta emoción adquiere grandes dimensiones e intensidad, deja de ser funcional y adaptativa. Adicional a este punto, debemos conocer que muchas veces la etiología o inicio de una depresión viene dada por la ansiedad, convirtiéndose en dos caras de una misma moneda. Tanto la ansiedad como la depresión son dos emociones que nos permiten responder ante situaciones internas y externas, por ejemplo, cuando atendemos ante una situación o fenómeno que entendemos como amenazante, se va a activar nuestro sistema de alerta (ansiedad), pero si entendemos que lo que ha sucedido corresponde a una pérdida o fallo por nuestra parte, se activará el sistema de conservación de energía (depresión).

En un 70% de casos en los que las personas muestran o sufren depresión, refieren ansiedad en diversos grados y tipos. Estas no siempre se presentan de forma clara o simplemente ambos trastornos se presentan unidos. Incluso podemos padecer de un síndrome ansioso depresivo, que es un trastorno que se caracteriza porque los síntomas de ansiedad y depresión aparecen prácticamente a partes iguales. Ninguno predominando, no justificándose un diagnóstico por separado ni para la depresión ni para la ansiedad.

Coincidencias entre la Ansiedad y la Depresión

1. DOLOR EMOCIONAL, en ambos trastornos están presentes la irritabilidad, el bajo estado de ánimo, la sensación de culpabilidad, malestar emocional.

2. BAJA AUTOESTIMA, tanto en ansiedad como en depresión se ve trastocada la autoestima del sujeto, esto genera un estado de malestar e indefensión al no verse capaz de enfrentarse a la vida y sus dificultades.

Diferencias entre la Ansiedad y la Depresión

1. LA ANHEDONIA, que se conoce como ese fuerte sentimiento de desgano, en el que la persona no puede disfrutar o se siente incapacitada para sentir placer, incluso por aquello que en el pasado le resultaba placentero. Esta es más propia o se encuentra presente en la depresión y no aparece en personas con ansiedad pura.

2. LA HIPERACTIVACIÓN, es más propia de la ansiedad, esto ocurre dado que las personas que padecen ansiedad suelen hacer anticipaciones o tener pensamientos anticipatorios, en cambio en la depresión las personas suelen tener un nivel bajo de energía no estando presente la hiperactivación.

Síntomas del Trastorno Ansioso Depresivo

Síntomas generales:

Estado de ánimo bajo.

Pérdida de interés o capacidad de disfrutar.

Ansiedad o preocupaciones predominantes.

Síntomas asociados:

Trastornos del sueño.

Temblores.

Astenia y pérdida de energía.

Palpitaciones.

Falta de concentración.

Mareos.

Trastornos del apetito.

Sequedad de boca.

Ideas o actos suicidas.

Tensión e intranquilidad.

Pérdida de la libido.

Cómo se trata el Trastorno Ansioso Depresivo

El tratamiento del síndrome ansioso depresivo es complejo porque deben aplicarse estrategias propias de cada uno de los trastornos. pero como el resto de problemáticas existen técnicas específicas que solas o combinadas nos ayudan a superar el malestar hasta su remisión total.

Destacaremos algunas de las principales formas de tratar el Trastorno Ansioso Depresivo:

  • La terapia cognitivo conductual combinada con fármacos da buenos resultados. En concreto, la administración de ISRS (inhibidores de la recaptación de serotonina) ha demostrado ser útil para controlar los síntomas tanto depresivos como ansiosos.
  • La psicoeducación es muy importante, tanto en este trastorno como en otros mentales. Explicar a los pacientes qué les ocurre ayuda a comprender la enfermedad, lo que influye de forma positiva en su recuperación. Entender lo que nos pasa reduce significativamente el malestar y se hace indispensable en las primeras etapas del tratamiento, incluso en etapas avanzadas se hace necesario o relevante hacer repaso de las técnicas aprendidas y de la propia patología.
  • Las técnicas de relajación o los entrenamientos de la respiración ayudan a controlar la sintomatología.
  • La reestructuración cognitiva para cambiar esos patrones de pensamiento que te abocan a la ansiedad o a la depresión también resultan muy útiles. Entrenarnos en esta estrategia es indispensable e incluso útil para cualquier situación de nuestra vida.

En Mejor sin Ansiedad somos especialistas en Ansiedad y toda problemática derivada o que curse al mismo tiempo, como es el caso de la depresión, tal como hemos explicado en este artículo. Te animamos para que juntos diseñemos tu plan de tratamiento a medida.


¿Cómo puede ayudar un psicólogo a un paciente con depresión?

¿Cómo puede ayudar un psicólogo a un paciente con depresión?

La Depresión no es una elección sino más bien un estado o Trastorno. Las personas que las padecen muchas veces reportan o verbalizan claramente su malestar e incluso afirman estar “poniendo de su parte” o “estar haciendo su máximo esfuerzo” para sentirse mejor e incluso hacer las actividades básicas como: comer, ducharse o salir de la cama.

El día a día se convierte en una auténtica batalla y suplicio, una cuesta arriba casi imposible de superar.

A ojos de observadores de las personas que sufren la depresión, se percibe un escenario diferente, una conducta aletargada, sin energía, sin ilusión, apática. Familiares, amigos o conocidos del depresivo intentan de múltiples formas ayudar a la persona que padece este trastorno, pero sin conseguir cambios o grandes ganancias tras sus intentos.

Todo lo anterior descrito en muchas ocasiones trae consecuencias negativas bilaterales, en el caso de la persona depresiva, un sentimiento de culpa por no conseguir satisfacer las necesidades u objetivos de la persona que intenta ayudarla y un sentimiento de incomprensión, por la contraparte o persona que intenta ayudar, puede llegar a sentir agotamiento, desesperanza y confusión por no conseguir su objetivo.

Ayuda profesional para la Depresión

Es aquí, entonces, cuando la ayuda profesional toma vital importancia. Concretamente los psicólogos consiguen ayudar, no sólo al paciente o persona que sufre la ansiedad, sino también a sus familiares o seres queridos que se preocupan e intentan solventar la situación – sin tener idea de qué se debe hacer o incluso a comprometer su salud psicológica y emocional tras verse incapaces de resolver el problema.

Acciones para ayudar la persona deprimida

Entonces, enumeramos y describimos aquellas acciones que realiza un psicólogo para ayudar a una persona con depresión:

1. En primer lugar evaluará al paciente en profundidad consiguiendo con ella una profunda comprensión del problema, un adecuado análisis funcional explicativo de la situación del paciente.

2. Realizará una “hoja de ruta” o plan de tratamiento concreto en función al objetivo/s y necesidades o problemáticas que tenga el paciente, entendiendo a la Depresión como una variable dependiente (consecuente) y accionará sobre las variables independientes (las responsables de la depresión).

3. Ofrecerá al paciente una explicación sencilla (adaptada al lenguaje y comprensión del sujeto) del problema. Esto ayuda a la persona a conocer su problemática y cómo inciden los factores en él. La comprensión del problema es muy útil ya que reduce sustancialmente la ansiedad, sentimiento de descontrol, culpabilidad y explicaciones impropias que puede auto administrarse el paciente.

4. Proporcionará una escucha activa y comprensión de su problema sin ser juzgado, en un entorno seguro, recibiendo al mismo tiempo orientaciones basadas en la objetividad.

5. El profesional trabajará con el paciente

  • a nivel cognitivo (modificando pensamientos y formas erróneas de interpretar)
  • a nivel conductual (procurará activar al paciente aumentando el número de actividades agradables y mejorando su activación general)
  • a nivel emocional (enseñará al paciente cómo regular sus emociones)
  • a nivel relacional (ayudará al paciente a tomar decisiones, comunicarse de manera efectiva, resolver problemas).

6. Guiará al paciente en las actividades cotidianas ya que estas pueden representar un gran reto para quien padece depresión, en ocasiones y con ayuda del profesional se deben establecer submetas para que la persona no pierda la esperanza y se sienta inútil tras haber disminuido sustancialmente el número de actividades que normalmente haría sin estar deprimida.

7. Proporcionará orientación a los familiares y compañía de las personas que padecen depresión, además dotará a estas personas de información específica ante situaciones de crisis o peligrosas, cuando se sospeche o haya habido algún intento de suicidio.

8. Monitorizará con frecuencia y asiduidad los estados emocionales y sus fluctuaciones.

9. Servirá de contención y apoyo en momentos duros y de alta complejidad emocional para el paciente.

10. Establecerá un contrato de vida ante la tentativa o intento de suicidio, además de poner en marcha un protocolo antes pactado (ejem. Llamar a un familiar/amigo, llamar al 112, mantenerse acompañado, etc) con el paciente para atender adecuadamente este tipo de contingencias (si se diera el caso).

En líneas generales podemos decir que el psicólogo se convierte en una pieza fundamental ante la depresión, ayudando a quien la padece a nivel cognitivo, conductual y relacional.


¿Cuánto tiempo dura la depresión?

¿Cuánto tiempo dura la depresión?

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos experimentado bajo estado de ánimo e incluso fluctuaciones en él mismo durante un día o durante un tiempo limitado.

Esto puede estar vinculado a que tengamos problemas concretos, experiencias vitales dolorosas como las rupturas sentimentales o pérdidas de seres queridos, problemas de salud, económicos, despidos laborales, mudanzas, etc. También puede estar vinculado a la forma en la que entendemos el mundo y las situaciones, concretamente a nuestra forma o estilo cognitivo. Se entienden estas fluctuaciones del estado del ánimo como normales (aunque molestas) y poco duraderas.

¿Qué es la Depresión?

No obstante, cuando este se hace persistente en el tiempo podríamos estar hablando de Trastorno del Estado del Ánimo. Estaríamos hablando de depresión cuando las personas presentan abulia (estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, en niños se puede mostrar un estado del ánimo irritable) o anhedonia (incapacidad de sentir placer por aquello que antes nos era placentero), y al menos cuatro o más de los siguientes síntomas durante mínimo dos semanas:

  • pérdida o aumento de peso (fluctuación de al menos el 5% del peso habitual)
  • insomnio o hipersomnia casi cada día
  • agitación o enlentecimiento psicomotor (la ralentización o la obstaculización de tus actividades mentales o físicas)
  • fatiga o pérdida de energía
  • sentimientos de inutilidad, culpabilidad excesivos o inapropiados
  • problemas para concentrarse
  • pensamientos recurrentes de muerte.

¿Cuántas personas sufren de depresión?

Cabe destacar que la depresión es bastante frecuente, se estima que al menos un 12% de la población adulta ha presentado o presentará en el futuro un episodio depresivo de importancia clínica suficiente como para necesitar tratamiento. Incluso representa el 75% del total de las hospitalizaciones psiquiátricas, además, las tasas de suicidio han mostrado un incremento en los últimos años.

¿Fármacos o psicoterapia?

Si bien es cierto que se han dado algunos avances respecto al tratamiento con fármacos para la depresión, no menos cierto es que se ha encontrado evidencia de que este tipo de tratamiento no es eficaz en todos los casos, ya que entre el 30 y 40% de los pacientes no responden a la farmacología.

Sin embargo, para muchas personas, la psicoterapia funciona mejor en combinación con medicamentos. Ayuda a identificar las preocupaciones subyacentes que pueden sumarse a la depresión. En el trabajo con el terapeuta, también se puede ayudar al paciente a aprender comportamientos y estrategias específicas para superar la depresión. El tratamiento psicoterapéutico para la depresión también se puede hacer en formato online sin perder efectividad.

¿Cuánto puede durar la depresión?

La duración de un estado depresivo puede ser de semanas, meses e incluso años, lo más habitual es que dure de 4 a 6 meses. Existe la posibilidad de que la persona padezca de un trastorno depresivo persistente pero presentando menor intensidad en los síntomas, en estos casos estaremos hablando de la Distimia, un tipo de depresión continua y a largo plazo (cronificada). En estos casos es posible que la persona pierda interés en las actividades normales de la vida cotidiana, que se sienta desesperanzada, volviéndose incluso improductiva y mostrando baja autoestima y una sensación general de ineptitud o ineficacia general. Las personas que sufren de distimia suelen describirse así mismas como personas negativas o pesimistas, esto por supuesto afectaría el correcto funcionamiento de la persona en todas sus parcelas, relacional, académica, laboral.

También es importante decir que los estados depresivos pueden estar vinculados con trastornos o desajustes hormonales (por ejemplo bien por enfermedades como el hipotiroidismo o embarazos) u otras enfermedades fisiológicas o el consumo de alguna medicación no relacionada con las propias para el tratamiento de los trastornos del estado del ánimo.

Por tanto se recomienda hacer una exploración médica a parte de la psiquiátrica y la psicológica, de esta forma el paciente obtendría un diagnóstico diferencial y una adecuada intervención.


¿Cuál es la mejor terapia para la depresión y ansiedad?

¿Cuál es la mejor terapia para la depresión y ansiedad?

¿Te preocupas tanto que interfiere en tus actividades cotidianas? ¿O te sientes tan triste que nubla completamente tu perspectiva? ¿Experimentas a menudo estos o similares sentimientos juntos? No eres el único.

La incidencia de desarrollar una depresión además de un trastorno de ansiedad, o viceversa, es alta. Muchas personas con una depresión mayor sufren también ansiedad grave y persistente.

¿Cuál es la relación?

La depresión y la ansiedad pueden parecer bastante distintas, en su mayor parte. El principal síntoma de la depresión suele ser un estado de ánimo persistente, triste o desesperanzado, mientras que la ansiedad implica principalmente sentimientos abrumadores de preocupación, nerviosismo y miedo.

Pero estos trastornos comparten varios signos clave. La ansiedad, por ejemplo, suele implicar irritabilidad, y algunas personas con depresión pueden sentirse más irritables que tristes.

Dado que estos trastornos pueden manifestarse de forma diferente de una persona a otra, es posible que no siempre sepas exactamente qué significan tus síntomas.

También es posible tener depresión y ansiedad al mismo tiempo: Una encuesta mundial de 2015 descubrió que el 41,6% de las personas declararon tener tanto una depresión mayor como un trastorno de ansiedad durante el mismo periodo de 12 meses.

¿Una cosa importante que tienen en común la depresión y la ansiedad? Ambas pueden mejorar con el apoyo de un profesional de la salud mental.

A continuación, desglosaremos los principales síntomas y signos de cada enfermedad, además de ofrecer algunas estrategias para afrontarlas y consejos para encontrar apoyo.

Síntomas superpuestos

Aunque es importante recordar que no todas las personas que padecen depresión, ansiedad o ambas afecciones experimentan el mismo conjunto de síntomas, ambas afecciones suelen presentar varios de los mismos síntomas.

Los síntomas que puedes experimentar con cualquiera de las dos afecciones son:

  • cambios en los patrones de sueño
  • cambios en el nivel de energía
  • aumento de la irritabilidad
  • problemas de concentración, enfoque y memoria
  • dolores y molestias estomacales que no tienen una causa clara

La rumiación también puede darse en ambos casos. En términos básicos, la rumiación se refiere a un bucle persistente de pensamientos oscuros, tristes u otros negativos. Puede que no quieras estos pensamientos, pero parece que no puedes dejar de pensar en ellos.

Obtener un diagnóstico

Si no te sientes del todo bien, un buen paso es acudir a un profesional de la salud mental o a otro médico que trate la ansiedad y la depresión.

Tu médico habitual, si lo tienes, puede ofrecerte una derivación a un terapeuta. Dependiendo de tus síntomas, también pueden recomendar análisis de sangre, orina y otros análisis de laboratorio para ayudar a descartar problemas médicos subyacentes. Algunas enfermedades, como las de la tiroides, pueden provocar depresión y otros cambios de humor.

Ninguna prueba por sí sola puede diagnosticar la depresión o la ansiedad. En su lugar, el terapeuta suele empezar haciendo preguntas sobre tus síntomas, incluyendo el tiempo que los has tenido y cómo afectan a tu vida diaria, para obtener más información sobre lo que estás experimentando.

Ten en cuenta que una descripción abierta y honesta de tu estado de ánimo puede ayudarles a comprender mejor cómo te sientes, lo que puede conducirles al diagnóstico correcto.

Un buen terapeuta no te juzgará ni te dirá que no deberías sentirte de determinada manera. Te escuchará con atención y te ofrecerá apoyo para identificar y tratar tus síntomas.

Según los criterios del “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”, el diagnóstico requiere:

  • Para la depresión: Experimentas siempre la abulia (estado deprimido que en niños puede manifestarse como irritabilidad) o la anedhonia y 5 o más síntomas de los 9 que componen la depresión, al menos durante 2 semanas.
  • Para la ansiedad: Experimentas una preocupación excesiva e incontrolable, junto con 3 síntomas adicionales de ansiedad la mayoría de los días, durante al menos 6 meses.

Si cumples los criterios de ambos trastornos, un profesional de la salud mental suele diagnosticar ambos.

¿Pueden tratarse juntos la ansiedad y la depresión?

Sí. Nadie tiene por qué sufrir un trastorno de ansiedad o una depresión, y desde luego no ambos. Las personas que padecen un trastorno de ansiedad deben hablar con un terapeuta u otro profesional sanitario sobre sus síntomas y comenzar el tratamiento lo antes posible.

El tratamiento de la depresión y la ansiedad concurrentes puede ser a veces más complicado que el tratamiento de un solo trastorno. Incluso cuando recibes tratamiento para una de las afecciones, algunos síntomas pueden persistir o parecer que se combinan con los otros.

Un profesional de la salud mental puede recomendar la combinación de enfoques de tratamiento, ya que lo que ayuda a aliviar los síntomas de la depresión no siempre alivia los síntomas de la ansiedad, y viceversa.

Las estrategias de tratamiento eficaces suelen consistir en una combinación de terapia de conversación (psicoterapia), ciertos cambios en el estilo de vida y a veces la necesidad de medicación.

Estos pueden incluir:

Terapia cognitivo-conductual (TCC)

La TCC se centra en enseñar a las personas a desafiar sus pensamientos negativos para utilizar habilidades de afrontamiento y técnicas de relajación para reducir el estrés. La TCC no sólo es un tratamiento establecido para la ansiedad y la depresión, sino que también es la psicoterapia mejor estudiada para tratar el dolor, según Harvard Health.

Psicoterapia interpersonal (IPT)

La IPT se centra en la conexión entre la aparición de los síntomas y los problemas interpersonales actuales, como el duelo no resuelto, las disputas en las relaciones y el aislamiento o retraimiento social.

Técnicas de relajación

La meditación de atención plena -una forma de entrenar la mente para frenar los pensamientos acelerados, dejar de lado la negatividad y calmar tanto la mente como el cuerpo sentándose en silencio y concentrándose en la respiración- puede aliviar los síntomas tanto de la ansiedad como de la depresión y mejorar la calidad de vida, según una amplia revisión de la investigación publicada en marzo de 2014 en JAMA Internal Medicine.

Conclusión

La ansiedad y la depresión pueden resultar abrumadoras, sobre todo cuando vives con ambas afecciones, o no estás seguro de con qué afección estás tratando.

Pero no tienes que, y probablemente no deberías, gestionar esos síntomas tú solo. Conseguir apoyo para la angustia que dura más de unos días o que empieza a afectar a tu vida diaria puede ayudarte mucho a encontrar alivio.

En lo que respecta al tratamiento de la depresión y la ansiedad, tienes muchas opciones. No existe un tratamiento único que cure todos los casos. Cada persona es diferente y hay que hacer un plan de tratamiento personalizado sólo para ti. Un terapeuta siempre puede ofrecer más orientación para identificar los síntomas y los posibles desencadenantes, y explorar los enfoques más útiles del tratamiento.