10 señales que nos indican que deberíamos acudir a un psicólogo

10 señales que nos indican que deberíamos acudir a un psicólogo

Es bastante habitual encontrase con personas que postergan la atención al malestar psicológico, es posible que esto ocurra por muchas razones, algunas que escapan de nuestro control como es el económico, en ocasiones y debido a la  deficiente forma de funcionar del sistema sanitario público/gratuito (no por negligencia o impericia sino porque este mismo se encuentra saturado desde hace años, encontrando una mayor demanda para el poco número de sanitarios que atienden), el paciente se ve en la necesidad y casi obligación de buscar ayuda de forma privada, en ocasiones el mismo no se lo puede permitir y es cuando lo deja de lado.

En otras ocasiones el laxar la atención del mismo responde propiamente a otras cuestiones más de índole subjetivo y de decisión, nos referimos propiamente a la subestimación del problema y del alcance del mismo, a la no contemplación de la posible cronificación. Otra de las posibles razones esta explicada por el estigma y la demonización hacia aquello que está relacionado con la salud mental (aunque cabe destacar que en la actualidad esto va perdiendo fuerzas y la población mundial definitivamente está derribando este disfuncional estigma). Podemos encontrarnos que los problemas de la vida, trastornos emocionales y mentales nos llevan a los seres humanos a experimentar malestar subjetivo fluctuante, esta fluctuación puede llevarnos a confundirnos, hasta el punto de creer que desaparecerá espontáneamente, de la misma forma en la que fluctúa sin darnos cuenta de que estamos incurriendo en un craso error.

Ahora bien, pesemos en positivo, miremos hacia un mejor y saludable futuro, aprovechemos los recursos y las facilitaciones como puede ser la terapia online que nos acerca a las posibilidades de atender no sólo a nuestra problemática psicológica sino también a los ahorros que nos representa este formato de eficaz y eficiente asistencia, abramos nuestra mente, seamos valientes ya afrontemos el malestar. Desde Mejor Sin Ansiedad te animamos a que des comienzo a tu proceso terapéutico.

10 señales básicas parara acudir a un psicólogo

A continuación, ofreceremos 10 de los que consideramos señales básicas parara acudir a un psicólogo:

  • El bajo estado de ánimo no es fluctuante, sino que este mismo se ha instalado en tu vida. Te encuentras deprimido la mayor parte del día, todos los días y esto viene ocurriendo desde hace más de una semana. Incluso los pensamientos de muerte o de ¨desaparecer¨ de hacen muy frecuentes.
  • Ha ocurrido un episodio traumático para ti como puede ser la pérdida de un ser querido, de un trabajo, una enfermedad, divorcio, agresión, etc. Tienes flash bag o rememoras mucho el acontecimiento, tienes pesadillas con ello, interfiriendo significativamente en tu vida y salud en general.
  • Recurrencia de pensamientos de índole intrusivos y negativos, que provocan malestar, ansiedad, te paralizan, aíslan, te llevan a recurrir a realizar conductas (incluso extrañas y hasta repetitivas) hasta conseguir bajar la ansiedad/malestar que producen estos pensamientos.
  • Presentas acusados y frecuentes desregularizaciones en el sueño (insomnio, parasomnia), en la conducta alimentaria, aumento de peso acusada o incluso pérdida del mismo en un tiempo corto (sin hacer dieta y exento de patologías fisiológicas conocidas).
  • Recurres a sustancias, conductas (alcohol, autolesiones, drogas, juego, sexo, compras compulsivas, etc) con el fin de ¨fugar¨ ante el malestar que te producen de forma consciente o no consciente algunas situaciones de la vida.
  • Te cuesta relacionarte con las personas, bien porque te cuesta ¨leer sus emociones¨, no sabes establecer límites, te cuesta decir que no, te bloqueas ante las interacciones con más de dos personas o al hablar en público.
  • Perdiste el interés por todo en la vida, sientes depresión, sientes insatisfacción incluso por aquello que en el pasado te producía, alegría, entusiasmo, interés y placer.
  • Tu autoestima va de mal en peor, cada día te quieres menos, confías menos en ti.
  • Te cuesta mucho regular tus emociones, incluso hasta el punto no sólo de producirte labilidad sino problemas con los demás y producirte un gran malestar emocional.
  • Nos encontramos estancados, somos incapaces de tomar decisiones, concentrarnos, memorizar.

¿Cómo es la intervención ante estas problemáticas?

Lo primero es establecer unas primeras sesiones que nos servirán para evaluar, hacer un análisis funcional del problema, una devolución de lo evaluado, establecer unos claros objetivos consensuados y un definido plan de tratamiento.

Desde la primera consulta te llevaras pautas, tareas y una línea de trabajo. En Mejor Sin Ansiedad podemos ayudarte. 


El aburrimiento no es depresión

El aburrimiento no es depresión

El aburrimiento, la tristeza e incluso el sentimiento de vacío no es depresión, es importante establecer esta diferencia, principalmente porque la persona que puede estar experimentando otros síntomas o sensaciones de índole no placenteras puede entrar en conclusión errada y agravar un estado subjetivo, cronificando el mismo y no sabiendo poner punto y final a la situación, ¨enredando¨ y complejizando el malestar emocional. Depresión y aburrimiento pueden estar claramente confundidos porque en ambos se manifiestan la melancolía, tristeza, apatía, desazón, estrés y niveles de estrés patológicos.

El aburrimiento al igual que cualquier estado emocional puede ser fluctuante, variar según las situaciones y ocasiones. En algunas oportunidades o casos esta puede tornarse crónica, llevándonos hasta el punto de no saber salir de ella y además trastocar nuestro autoconcepto, hasta el punto de entendernos y etiquetarnos erróneamente como personas ¨aburridas¨, carentes de interés por nada e incapaces de disfrutar de la vida, este estilo cognitivo erróneo paradójicamente sí nos podría inducir a estados depresivos.

Ahora bien, pasemos a describir y reconocer los síntomas o características de un estado crónico de aburrimiento.

Síntomas del Aburrimiento Crónico

Los síntomas más comunes son:

  • Dificultades para concentrarse en muchas de las actividades cotidianas, desde leer hasta ver la televisión, independientemente de la importancia o profundidad que tenga la tarea. Es probable que descubras que tienes la mente en otra parte mientras trabajas, estudias o conversas con alguien, en una especie de ¨fuga mental constante¨, en busca de estimulación apropiada que atraiga tu atención.
  • Sensación subjetiva de que el tiempo pasa con extrema lentitud.
  • Crees que el entorno carece de estímulos interesantes, tienes la sensación de que las experiencias gratificantes de la vida se han puesto en pausa.
  • Falta de interés por la mayoría de las actividades, incluso por aquellas que antes te reportaban una gran satisfacción, esta característica puede confundirse con la anhedonia de la depresión (incapacidad para sentir placer).
  • Te resulta difícil encontrar la motivación para emprender nuevos proyectos o actividades, a menudo te parece que se trata de una tarea muy cuesta arriba o una misión imposible.
  • Consideras que todas las cosas que haces son monótonas o carentes de sentido, cuando antes tenían un significado importante para ti.
  • Tienes la sensación de estar atrapado en una vida sin sentido, donde la emoción que prevalece es el hastío. · Sensación de vacío interior, unida a una gran insatisfacción con tu existencia.

Se hace sumamente relevante pedir ayuda ante este tipo de problemáticas, a fin de salir del estado insatisfactorio y poder vivir plenamente.

Entendamos cuáles pueden ser las ganancias o beneficios de exponernos a tratamiento psicológico ante un estado de ánimo crónicamente aburrido:

¿Qué lograrás con la intervención o terapia psicológica para el aburrimiento?

  • Reencontrar la pasión y la motivación para emprender nuevos proyectos o volver a disfrutar de las actividades que antes te satisfacían. Ante estados mentales enrevesados se hace muy complicado encontrar nuevas ideas, pensar positivo o contemplar nuevas alternativas, pensar de forma objetiva y no arremeter hacia uno mismo.
  • Mejorar tu autoconocimiento, de manera que puedas descubrir qué te motiva realmente. Tu terapeuta te puede ayudar a conectar con antiguas motivaciones, gustos y preferencias.
  • Mejorar tu capacidad de autogestión emocional, de forma que puedas identificar mejor tus sentimientos y regularlos.
  • Activar tus recursos internos, de manera que seas tú mismo/a quien cree el entorno estimulante. Te ayudará a confiar en ti mismo y en tus elecciones.

¿Qué debemos hacer en tu intervención?

1. Hacer una evaluación y diagnóstico diferencial, a fin de identificar concretamente a qué se está debiendo este estado emocional, si por un casual existe o está presente un TDAH (trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad, un síndrome de ¨estar quemado¨ (burnout) u otro que pueda estar describiendo mejor la etiología del problema.

2. Establecer un plan de tratamiento pormenorizado, ajustado a tus verdaderas necesidades, personalidad y estilo.

3. Dotarte de técnicas que te permitan tener una vida más satisfactoria y regulada, centrada en el presente (como las que ofrecen el Mindfulness), la restructuración cognitiva que permite que tus pensamientos sean más ajustados y adaptativos. Todas las mencionadas y las que puedes descubrir en tu terapia personalizada, te ayudaran no sólo a salir del aburrimiento sino también a interpretar la realidad y vida de una mejor forma.

4. Un psicólogo también se puede convertir en un excelente coaching para que recuperes tu motivación y sentido en la vida.

La terapia en sí es una actividad que puedes incluir en tu horario realista, no sólo como una actividad más dentro de tu estado de aburrimiento, sino como el sentido mismo para salir del mismo, encontrar la llave que abre la puerta a la liberación del incómodo y disfuncional aburrimiento.


Ansiedad y Depresión al mismo tiempo

Ansiedad y Depresión al mismo tiempo

Muchas personas han podido experimentar los síntomas de la ansiedad en ingentes oportunidades. Conocemos que la ansiedad es una emoción que en principio no es mala o patológica, como el resto de emociones cumple o tiene su función, pero cuando esta emoción adquiere grandes dimensiones e intensidad, deja de ser funcional y adaptativa. Adicional a este punto, debemos conocer que muchas veces la etiología o inicio de una depresión viene dada por la ansiedad, convirtiéndose en dos caras de una misma moneda. Tanto la ansiedad como la depresión son dos emociones que nos permiten responder ante situaciones internas y externas, por ejemplo, cuando atendemos ante una situación o fenómeno que entendemos como amenazante, se va a activar nuestro sistema de alerta (ansiedad), pero si entendemos que lo que ha sucedido corresponde a una pérdida o fallo por nuestra parte, se activará el sistema de conservación de energía (depresión).

En un 70% de casos en los que las personas muestran o sufren depresión, refieren ansiedad en diversos grados y tipos. Estas no siempre se presentan de forma clara o simplemente ambos trastornos se presentan unidos. Incluso podemos padecer de un síndrome ansioso depresivo, que es un trastorno que se caracteriza porque los síntomas de ansiedad y depresión aparecen prácticamente a partes iguales. Ninguno predominando, no justificándose un diagnóstico por separado ni para la depresión ni para la ansiedad.

Coincidencias entre la Ansiedad y la Depresión

1. DOLOR EMOCIONAL, en ambos trastornos están presentes la irritabilidad, el bajo estado de ánimo, la sensación de culpabilidad, malestar emocional.

2. BAJA AUTOESTIMA, tanto en ansiedad como en depresión se ve trastocada la autoestima del sujeto, esto genera un estado de malestar e indefensión al no verse capaz de enfrentarse a la vida y sus dificultades.

Diferencias entre la Ansiedad y la Depresión

1. LA ANHEDONIA, que se conoce como ese fuerte sentimiento de desgano, en el que la persona no puede disfrutar o se siente incapacitada para sentir placer, incluso por aquello que en el pasado le resultaba placentero. Esta es más propia o se encuentra presente en la depresión y no aparece en personas con ansiedad pura.

2. LA HIPERACTIVACIÓN, es más propia de la ansiedad, esto ocurre dado que las personas que padecen ansiedad suelen hacer anticipaciones o tener pensamientos anticipatorios, en cambio en la depresión las personas suelen tener un nivel bajo de energía no estando presente la hiperactivación.

Síntomas del Trastorno Ansioso Depresivo

Síntomas generales:

Estado de ánimo bajo.

Pérdida de interés o capacidad de disfrutar.

Ansiedad o preocupaciones predominantes.

Síntomas asociados:

Trastornos del sueño.

Temblores.

Astenia y pérdida de energía.

Palpitaciones.

Falta de concentración.

Mareos.

Trastornos del apetito.

Sequedad de boca.

Ideas o actos suicidas.

Tensión e intranquilidad.

Pérdida de la libido.

Cómo se trata el Trastorno Ansioso Depresivo

El tratamiento del síndrome ansioso depresivo es complejo porque deben aplicarse estrategias propias de cada uno de los trastornos. pero como el resto de problemáticas existen técnicas específicas que solas o combinadas nos ayudan a superar el malestar hasta su remisión total.

Destacaremos algunas de las principales formas de tratar el Trastorno Ansioso Depresivo:

  • La terapia cognitivo conductual combinada con fármacos da buenos resultados. En concreto, la administración de ISRS (inhibidores de la recaptación de serotonina) ha demostrado ser útil para controlar los síntomas tanto depresivos como ansiosos.
  • La psicoeducación es muy importante, tanto en este trastorno como en otros mentales. Explicar a los pacientes qué les ocurre ayuda a comprender la enfermedad, lo que influye de forma positiva en su recuperación. Entender lo que nos pasa reduce significativamente el malestar y se hace indispensable en las primeras etapas del tratamiento, incluso en etapas avanzadas se hace necesario o relevante hacer repaso de las técnicas aprendidas y de la propia patología.
  • Las técnicas de relajación o los entrenamientos de la respiración ayudan a controlar la sintomatología.
  • La reestructuración cognitiva para cambiar esos patrones de pensamiento que te abocan a la ansiedad o a la depresión también resultan muy útiles. Entrenarnos en esta estrategia es indispensable e incluso útil para cualquier situación de nuestra vida.

En Mejor sin Ansiedad somos especialistas en Ansiedad y toda problemática derivada o que curse al mismo tiempo, como es el caso de la depresión, tal como hemos explicado en este artículo. Te animamos para que juntos diseñemos tu plan de tratamiento a medida.


Tipos de obsesiones en el TOC

Tipos de obsesiones en el TOC

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de salud mental en el que una persona experimenta pensamientos repetidos (denominados obsesiones) que la impulsan a realizar determinadas acciones (conocidas como compulsiones) para aliviar la ansiedad que provocan los pensamientos.

En un año determinado, aproximadamente el 1% de los adultos tienen un diagnóstico de TOC. Los varones suelen mostrar síntomas de TOC en la infancia, pero las mujeres se ven afectadas en mayor proporción en la edad adulta.  El TOC puede aparecer en cualquier persona y a cualquier edad, pero la edad media de aparición es de 19,5 años. El 25% de las personas con TOC tienen síntomas a los 14 años.

Definición de TOC, obsesiones y compulsiones

Para ser diagnosticada de TOC, una persona debe cumplir los siguientes criterios:

  • Presencia de obsesiones, compulsiones o ambas
  • Las obsesiones o compulsiones consumen mucho tiempo (más de una hora al día) o causan una angustia significativa o un deterioro del funcionamiento cotidiano
  • Los síntomas no se explican mejor por los efectos fisiológicos de una sustancia, afección médica u otra enfermedad mental

Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes, persistentes, intrusivos y no deseados que provocan ansiedad o angustia. Las personas con TOC intentan ignorar o suprimir las obsesiones, o tienen que neutralizarlas realizando una compulsión.

Las compulsiones, por otra parte, son comportamientos repetitivos o actos mentales que una persona con TOC se ve impulsada a realizar en respuesta a una obsesión o de acuerdo con un conjunto rígido de reglas que las rigen.  Las compulsiones son claramente excesivas o no están conectadas de forma realista con el problema que pretenden abordar.

Obsesiones y compulsiones

Las obsesiones suelen implicar un resultado temido, como ser responsable de un daño a uno mismo o a los demás, o ser considerado poco ético, inmoral o imperfecto.

Por ejemplo, alguien con TOC puede obsesionarse con la preocupación de provocar involuntariamente un incendio en su casa debido a un descuido. El miedo puede llegar a ser tan abrumador que les impulse a realizar compulsiones para minimizar el daño potencial percibido y disminuir la ansiedad y angustia que sienten.

Una persona con obsesión por el daño relacionado con el fuego puede tener que comprobar todos los enchufes de su casa antes de salir de ella para reducir el riesgo percibido de que se produzca un incendio. Hacer esto disminuye drásticamente la ansiedad asociada a la obsesión.

Las compulsiones también suelen malinterpretarse y pueden variar de una persona con TOC a otra.

Tipos de obsesiones

Las obsesiones en el TOC son angustiosas, requieren mucho tiempo y están motivadas por el miedo.

Características de las obsesiones del TOC:

  • Las experiencias internas ocurren repetidamente, son indeseadas y se sienten como si estuvieran fuera del control del individuo.
  • Causan mucho malestar, como ansiedad, asco, miedo, y pueden ser abrumadoras.
  • La persistencia de estas ideas interfiere en la capacidad de la persona para atender a otras cosas importantes para ella.

Aunque el contenido y la naturaleza exactos de las obsesiones varían de una persona con TOC a otra, hay algunos temas comunes:

Contaminación

Las obsesiones habituales relacionadas con la contaminación pueden incluir suciedad, gérmenes, fluidos corporales, enfermedades, contaminantes ambientales o sustancias químicas.

Daño

Las personas con obsesiones relacionadas con el daño pueden temer hacerse daño a sí mismas o a los demás, tener miedo de ser responsables de que ocurra algo malo o causar daño sin querer.

Cuando las personas con TOC tienen obsesiones relacionadas con el daño, no temen necesariamente hacer daño intencionadamente. En cambio, pueden temer causar daño involuntariamente por descuido, lo que puede dar lugar a compulsiones de comprobación (como la necesidad de comprobar todos los enchufes de casa antes de salir).

Pensamientos sexuales no deseados

Una persona con TOC puede tener pensamientos sexuales intrusivos, no deseados, prohibidos o perversos. Estas obsesiones pueden adoptar la forma de imágenes o impulsos relacionados con la homosexualidad, pensamientos sexuales sobre niños, incesto, violación o agresión sexual.

Religiosidad/Escrupulosidad

Las personas con TOC pueden tener pensamientos obsesivos, preocupaciones o inquietudes sobre juicios y comportamientos morales (o sobre “ser bueno”). Si son religiosas, pueden estar preocupadas por ofender a Dios o blasfemar.

Perder el control

Algunas personas con TOC temen perder el control. Les preocupa hacerse daño a sí mismas o a los demás mediante actos verbales impulsivos, como insultar a alguien o decir algo tabú o prohibido, o actos físicos como robar o la violencia. Las imágenes mentales de estas obsesiones pueden ser de naturaleza agresiva o incluso terrorífica.

Perfeccionismo

Las obsesiones del TOC por “lo justo” tienen que ver con la uniformidad, la exactitud, la simetría, la necesidad de saber o recordar, la necesidad de adherirse a una rutina o expectativa rígida y la necesidad general de que algo esté “justo”.

Enfermedad física

Aparte de las obsesiones por la contaminación relacionadas con los gérmenes, las personas con TOC también pueden tener obsesiones en torno a la enfermedad y la dolencia. Pueden estar preocupadas por si tienen una enfermedad o por si la contraerán.

A veces, las personas con TOC son hiperconscientes de procesos corporales como tragar o respirar. Estas obsesiones somáticas pueden contribuir a las obsesiones relacionadas con la enfermedad, el dolor o la dolencia.

La hipocondría y el TOC no son lo mismo.

Creencias supersticiosas

Una persona con TOC puede creer que ciertos números, colores, palabras o frases dan “suerte” o “mala suerte”. En este último caso, puede hacer todo lo posible por evitarlos o, si no puede, utilizar conductas compulsivas compensatorias para calmar la ansiedad.

¿Qué puedes hacer?

Las personas que padecen TOC tienen pensamientos no deseados, intrusivos y a menudo angustiosos que les preocupan la mayor parte del tiempo. Para enfrentarse a estos pensamientos, y a la ansiedad o el miedo que provocan, una persona con TOC a menudo necesita adoptar conductas compulsivas. Las obsesiones y compulsiones que definen el TOC pueden tener un impacto significativo y negativo en la vida de una persona.

Sin embargo, hay formas de controlar la enfermedad. Muchas personas con TOC encuentran alivio con una combinación de terapia y medicación. La terapia online, también pueden ser muy beneficiosa para las personas con TOC (así como para sus seres queridos), ya que les proporcionan recursos, información o, simplemente, un oído compasivo y atento.


¿Qué podemos hacer ante un ataque de pánico?

¿Qué podemos hacer ante un ataque de pánico?

Lo primero que debemos hacer es conceptualizar lo que es un ataque de pánico para poderlo diferenciar de otras experiencias que podrían ser similares al menos en sintomatología física. Por tanto, un ataque de pánico se conoce como un episodio repentino de miedo intenso que provoca una serie de reacciones fisiológicas como: 

  • fuertes palpitaciones, 
  • sudoración, 
  • dificultades para respirar, 
  • dolor en el pecho, 
  • desrealización, 
  • miedo a morir, 
  • mareo, 
  • miedo a perder el control. 

Todo esto ocurre en ausencia de un peligro real o causa aparente. Los ataques de pánico son aterradores para quien los padece, suelen aparecer de una forma inesperada, con una duración que oscila entre 10 y 30 minutos, ante estas situaciones la persona desea huir, escapar y siente gran desesperación.

Si bien es cierto que casi todos estamos familiarizados con los síntomas descritos , o de alguna u otra forma hemos vivenciado algunos o todos los síntomas fisiológicos que se producen en un ataque de pánico, seguro lo hemos hecho de forma aislada, lo que significa y diferenciaría el fenómeno del propio ataque de pánico, es decir, podríamos estar ante un episodio de miedo pero no tan intenso y paralizante como el que se produce ante un ataque de pánico.

¿Qué podemos hacer ante tan desagradable experiencia?

  1. Es importante que reconozcamos que se trata de un ataque de pánico, que has estado expuesto ante una situación o varias que te han activado en exceso y como consecuencia haya derivado en ello. Por tanto, el conocimiento inicial del fenómeno es el primer paso.
  2. Lo segundo que podemos hacer de forma inmediata es realizar una respiración profunda, en la que inhalas contando hasta tres, luego retienes el aire en tus pulmones durante unos segundos y haces una exhalación en tres segundos. Esto se repite varias veces, es importante hacerlo lento para no provocar una hiperventilación. Oxigenar nuestro cuerpo produce una sensación de calma.
  3. Puedes caminar un poco a fin de facilitar el flujo sanguíneo por todo tu cuerpo, además de servir de actividad distractora.
  4. Es primordial que no discutas con tus pensamientos negativos que invaden en ese momento tu consciencia, eso representaría no sólo una fuente activadora de tu estado alterado sino también un mantenedor del problema, se entiende que no es una tarea fácil, pero con la práctica se consigue.
  5. Podemos utilizar técnicas de visualización , en las que atendemos sostenidamente a un estímulo, intenta atender a este mismo y descríbelo en tu mente. Con ello lo que buscamos es cambiar tu foco de atención, centrarte en otro estímulo que no sean por ejemplo tus sensaciones interoceptivas (palpitaciones, dificultad respiratoria, etc ).
  6. Puedes llamar a un familiar y amigo y pedirle que te hable de cualquier tema, pídele que utilice un tono calmado, esto puede ayudarte a sugestionar tu estado, al mismo tiempo sirve de distractor.
  7. En estos casos puedes acceder a estímulos que por lo general ayudan a regular los estados del ánimo, por ejemplo ,escuchar música (siempre que esté al alcance en ese momento).
  8. Busca un sitio tranquilo en el que puedas abstraerse y ejercitar los anteriores puntos, encuentra cómo ponerte cómodo(a).

Recomendaciones generales que pueden ayudar

Es importante destacar que el Trastorno de Pánico tiene solución por medio de la psicoterapia, con la ayuda profesional conseguirás reestructurar tus pensamientos, conocer la génesis de tu problema, regular tus emociones y tener medidas de afrontamiento ante las situaciones o eventos en los que se produzca este miedo irrefrenable temporal.

De igual forma facilitamos algunas recomendaciones generales que pueden ayudarte a reducir tus nivele de activación, facilitando los estados de calma, entre ellos:

  1. Evita consumir bebidas que contengan cafeína, azúcares, alcohol, todas ellas se comportan como una fuente activadora.
  2. No consumas drogas recreativas, además de estar prohibidas y ser perjudiciales para la salud, precipitan a estados alterados no sólo del estado del ánimo sino de la percepción, podrían llevarte a un episodio de pánico.
  3. Realiza con regularidad actividades físicas.
  4. Duerme bien, descansa entre 7 u 8 horas diarias todos los días.
  5. Realiza actividades distractoras y agradables con frecuencia.
  6. Practica técnicas relajantes con regularidad, tanto físicas como el yoga o ejercicios de relajación muscular, como los ejercicios de respiración.

Conclusión

La buena noticia: los ataques de pánico son muy tratables. Se ha demostrado que la terapia cognitivo conductual es altamente eficaz para quienes sufren ataques frecuentes. Por ello, desde Mejor Sin Ansiedad te animamos a que te pongas en tratamiento y consigamos juntos acabar con tan molesto problema y consecuentes síntomas.


¿Los fármacos verdaderamente me pueden ayudar a mi depresión?

¿Los fármacos verdaderamente me pueden ayudar a mi depresión?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es en la actualidad la principal causa de discapacidad a nivel mundial. Desde el 2020 hasta la fecha, ha habido un incremento a pesar del bajo índice de diagnosticados y se calcula que en el mundo pueden padecerla al menos 300 millones de personas.

Esta afección desde luego que se convierte en el mayor riesgo de suicidio para las personas, pero el estigma, las altas deficiencias en el sistema de atención de salud primaria, problemas económicos de quien lo padece (entre otras razones), hacen en muchas ocasiones que las personas no reciban la atención adecuada para este problema.

Cuando un paciente que presenta depresión acude a la atención primaria, lo más probable es que sea atendido por un facultativo y le prescriba fármacos antidepresivos, claro está, siempre que los síntomas descritos y manifiestos coincidan con dicha patología o diagnóstico para el mismo.

Los antidepresivos o medicación antidepresiva son un grupo de fármacos que tienen la capacidad de mejorar el estado de ánimo en personas deprimidas. Los antidepresivos, además de tratar la depresión, pueden tratar otros trastornos psiquiátricos, especialmente los trastornos de ansiedad. Cabe destacar que existe un porcentaje de personas que no responden a la medicación, entre el 30 y 40% de ellos, cuando esto ocurre lo recomendable es que se hagan las siguientes consideraciones y revisiones.

¿Qué hacer si mi psicofármaco para la depresión no me funciona?

  1. Revisar la adherencia y orden al tratamiento, es importante seguir la pauta farmacológica tal como te la ha pautado el médico.
  2. Revisar si estás tomando alguna otra medicación que pueda estar interfiriendo con el tratamiento, incluso si se trata de tratamientos de herbolario, es indispensable que comentes estos detalles en tu consulta.
  3. Revisión de las enfermedades físicas ya diagnosticadas o de las posibles, por ejemplo, aquellas relacionadas con la tiroides que pueden afectar directamente tus estados de ánimo debido a los desajustes hormonales.
  4. Se deben considerar otros diagnósticos a otras afecciones psicológicas, tal como trastorno bipolar, que puede causar o empeorar la depresión y puede necesitar un tratamiento diferente; otra puede ser la distimia, una forma de depresión leve pero a largo plazo (crónica); o un trastorno de la personalidad que contribuya a que no mejore la depresión.
  5. Es posible que la medicación pautada requiera de más recorrido, por tanto, tengas que esperar a que este surta efecto, normalmente se entiende que el tiempo para empezar a hacer su trabajo de forma eficiente es de cuatro a ocho semanas, incluso se conocen casos en los que requieren más tiempo, no es exacto, dependerá de la necesidad individual y metabolismo de la persona. Es importante resaltar que durante este tiempo de ingesta sí se presentarán los efectos secundarios asociados al fármaco.
  6. Es posible que se requieran dosis más altas, esta pauta siempre la debe dar el facultativo, jamás debe ser el paciente el que cambie la pauta, ni para más ni para menos.
  7. En ocasiones se aconseja hacer pruebas farmacogenómicas que sirven para revelar cómo la persona metaboliza estos fármacos prescritos. Estas pruebas no son del todo certeras, pero pueden dar pistas sobre tu caso, estas pruebas suelen ser costosas y deben hacerse siempre en servicios o asistencias privadas.
  8. Es posible que en tu caso concreto de depresión se requiera no sólo un fármaco sino una suma de ellos para estabilizar tu estado de ánimo.

¿Cómo funcionan los antidepresivos en mi cuerpo?

Los antidepresivos ayudan a equilibrar las sustancias químicas del cerebro. Mejoran el humor, la concentración y el sueño. A veces tardan varias semanas (generalmente de cuatro a seis) en hacer efecto pleno.

¿Cuáles son los fármacos más utilizados y algunos de sus efectos secundarios?

Han transcurrido al menos más de cuatro décadas y no se han desarrollado nuevos medicamentos que puedan curar esta enfermedad, los fármacos que más se han utilizado o los que más comúnmente se han recetado para la depresión son los Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Estos traen consigo una serie de inconvenientes o efectos secundarios nada agradables tras su ingesta/uso. Algunos pacientes pueden parecer más agitados, deprimidos y ansiosos dentro de la semana siguiente al inicio de los ISRS o al aumento de la dosis y preocupa el uso de ISRS y la posibilidad de suicidio. Otros efectos secundarios menos preocupantes pero posibles serían: La disfunción sexual (en especial la dificultad para alcanzar el orgasmo, pero también la disminución de la libido y la disfunción eréctil) aparecen en un tercio de los pacientes o más. Algunos ISRS causan aumento de peso.

Recomendaciones generales para abordar con éxito la depresión

Si bien es cierto que la farmacología en múltiples casos se convierte en una aliada para el tratamiento de la afección o depresión, es importante destacar un aspecto, se ha demostrado empíricamente que los tratamientos farmacológicos son menos efectivos que la suma de tratamiento psicológico coadyuvado o conjunto con el tratamiento farmacológico (esto en los casos en que se requiera ayuda farmacológica), por tanto es altamente recomendable conjugar los fármacos con la psicoterapia, a fin de que puedas encontrarte con ayuda superar los desafíos de la vida, resolver los problemas que se presenten, gestionar las emociones, tomar decisiones, pensar de una forma más adaptativa, aprender a gestionar el estrés, superar traumas, etc. Todo esto antes mencionado nunca puede ser atendido o resuelto con medicación sino con ayuda de un psicólogo.

En Mejor sin Ansiedad somos especialistas en el área, por tanto, abordaremos tu problema según tus necesidades especiales y particulares, tras un estudio y evaluación exhaustiva (y siempre que consideremos sea el caso) recomendaremos la visita a un especialista que refuerce nuestro tratamiento psicológico con alguno farmacológico.


¿Qué es la hipocondría o la ansiedad por enfermedad?

¿Qué es la hipocondría o la ansiedad por enfermedad?

La ansiedad ante la enfermedad (antes conocida como hipocondría) es una preocupación por tener o contraer un trastorno grave a pesar de no tener síntomas o tener sólo síntomas benignos.

Las personas que padecen ansiedad ante la enfermedad adoptan conductas dirigidas a reducir el miedo/ansiedad de enfermar o a obtener la certeza de que están sanas. Esta preocupación se apodera gradualmente de la vida de la persona e interfiere gravemente en su funcionamiento diario.

A veces, leer online los síntomas de una enfermedad (conocido vulgarmente como Doctor Google) es el peor de los escenarios. Como resultado, cuando experimentamos la combinación de estos síntomas, nos tememos lo peor. O escuchamos una historia sobre cómo alguien murió repentinamente tras experimentar los mismos síntomas que nosotros. Es entonces cuando aparece la ansiedad.

Ninguna tranquilización médica o resultado negativo de las pruebas alivia su ansiedad. A veces, los afectados se preocupan aún más tras ser tranquilizados por un médico, ya que contemplan la posibilidad de que éste no les tome en serio, no tenga suficientes conocimientos o confunda los resultados de las pruebas médicas.

Hay dos tipos de ansiedad ante la enfermedad: de búsqueda de atención y de evitación de atención. Las personas suelen presentar una mezcla de los dos tipos, cambiando entre la búsqueda excesiva de atención e información médicas en determinados momentos y su evitación en otros.

El miedo de una persona que padece ansiedad ante la enfermedad puede oscilar entre el miedo a contraer una enfermedad y el miedo a tener una enfermedad real.

En el caso de la ansiedad ante la enfermedad, los pensamientos intrusivos y no deseados sobre tener una enfermedad son las obsesiones, mientras que las conductas dirigidas a reducir la ansiedad son las compulsiones. Como ocurre con el TOC, cuanto más se comprueba, peor se siente la persona; cuanto más se busca tranquilidad, menos tranquila se siente.

Cómo afecta a las personas la ansiedad por la salud

El miedo a la enfermedad

El miedo a la enfermedad determina la vida de los afectados. Para protegerse de posibles enfermedades, se toman constantemente el pulso, se miden la tensión arterial y examinan el aspecto de las distintas partes del cuerpo. Se pasa de un control leve a un control obsesivo. Puede que empieces a comprar aparatos que calculan tu frecuencia cardiaca, a utilizar tiras de orina y más cosas, incluso cuando no ha habido un diagnóstico oficial de que algo vaya mal.

Hasta un ligero dolor de cabeza provoca incertidumbre, y sospechan que puede haber algo malo detrás. La investigación en Internet suele confirmar estos pensamientos negativos. Es difícil convencer de lo contrario a los afectados de ansiedad por la salud, incluso después de que un médico les diga que están físicamente bien y sanos.

Por lo tanto, si sigues pensando que tienes problemas de salud y que no gozas de la mejor salud, puedes ponerte de mal humor. Es más, es posible que siempre tengas la sensación de estar sufriendo alguna molestia importante y que no te recuperes de un problema que, en primer lugar, ni siquiera existe.

Mayor conciencia corporal

Las personas que padecen ansiedad por la salud siempre vigilan de cerca su cuerpo y notan cuando algo cambia. También perciben los acontecimientos normales y completamente naturales como anormales. Esta percepción distorsionada supone una fuerte carga psicológica.

Por lo general, estas personas prestan especial atención a una sola parte del cuerpo u órgano. La observan muy de cerca e imaginan que cambia una y otra vez. Normalmente, no suelen aceptar opiniones médicas que demuestren lo contrario.

Por ejemplo, una persona puede obsesionarse con reducir su frecuencia cardiaca mientras lleva un aparato de fitness en la muñeca. Sin embargo, si eres mujer, tu frecuencia cardiaca disminuye alrededor de la ovulación y vuelve a aumentar drásticamente en la época de la regla. Sin saber que esto ocurre todos los meses, podrías pensar que hay un problema cuando se trata de un acontecimiento cíclico regular.

Visitas frecuentes al médico

Hay afectados de ansiedad por la salud que evitan ir al médico para no contagiar a otros enfermos. Pero también hay afectados que se comportan de forma opuesta. Visitan al médico con demasiada frecuencia. No es raro que cambien continuamente de médico siempre que el diagnóstico sea que están sanos y bien. Este cambio de médico se debe a la falta de confianza en el diagnóstico del médico.

Estas personas prefieren confiar en su percepción y quieren que se la confirme un médico. Si no es así, buscan otro médico y esperan que allí se lo confirmen. Al final, te gastas tiempo e incluso dinero en pruebas médicas que demuestran sistemáticamente que no tienes ninguna enfermedad y que estás sano.

Obsesionado con las pruebas médicas y sus resultados

Los que padecen ansiedad sanitaria suelen estar obsesionados con la realización de pruebas médicas para detectar una o varias enfermedades y problemas de salud. Las personas con ansiedad por la salud quieren obtener toda la información posible de todas sus fuentes para confirmar si son exactas o no. Las personas suelen someterse a pruebas médicas, desde las más sencillas, como la tensión arterial, hasta las más complejas, como una resonancia magnética.

También es probable que las personas con ansiedad por la salud se hagan pruebas de ADN para determinar posibles enfermedades que podrían desarrollar con el tiempo, para ser proactivas respecto a su salud, aunque el potencial de la enfermedad no esté fundamentado en hechos concretos.

Estrés constante

Los que padecen ansiedad por la salud siempre muestran problemas de salud relacionados con el estrés, que suelen formar parte de su imaginación. Incluso cosas tan simples como una tos, una indigestión o un dolor de cabeza les producen un estrés extremo. Ni siquiera las garantías de los médicos y los informes médicos alivian el estrés.

Descubre las causas de tu ansiedad por la salud

Para superar tu ansiedad por la salud, primero tienes que saber cómo se produce. Muchas personas afectadas por la ansiedad sanitaria no pueden entender por sí mismas su miedo. Desde el punto de vista médico, no existe una explicación clara. Por lo tanto, debes pensar en tu pasado. En muchos casos, las causas tienen sus raíces allí. Si tuviste experiencias de enfermedad y muerte traumática en tu infancia, eres más propenso a la ansiedad por la salud que otras personas. Si te resulta difícil investigar la causa por ti mismo, puedes pedir consejo a un médico o terapeuta.

Busca consejo profesional

Pide cita con un terapeuta. En una conversación personal, informarás de tus síntomas y recibirás asesoramiento profesional. Seguro que un terapeuta te ofrecerá algunas opciones terapéuticas que te ayudarán a aprender a superar tus miedos sanitarios. Tu médico también te dará un asesoramiento completo sobre todos los síntomas y consejos para mejorar tu salud y bienestar.

Terapia para la ansiedad sanitaria

Un psicoterapeuta te ayudará a superar tu miedo. Se ocupa de ti de forma individual y atiende tus necesidades personales. En el caso de la ansiedad por la salud, se recomienda la terapia conductual, que se centra en tratar el comportamiento estresante. Junto con el terapeuta, acabarás con los hábitos perjudiciales. También aprenderás a manejar las expectativas y a rebajar las exigencias sobre ti mismo.

La terapia de exposición es otra forma de superar tu ansiedad y tus miedos sanitarios. Lo mejor es pedir consejo a un psicoterapeuta. En esta forma de terapia, te enfrentas a tus miedos y tomas conciencia de los desencadenantes de la salud. Ten confianza y asegúrate de que puedes superar tus miedos. Al principio no es tan fácil, porque enfrentarte a ello te asustará. Por lo tanto, es importante que sepas exactamente cuál es la mejor forma de actuar.

En la terapia de exposición, aprendes a hacerte consciente de que la situación es inofensiva en sí misma y de que el peligro es tu imaginación y tus pensamientos. Respira profundamente, inspirando y espirando, hasta que te hayas calmado. No resuelvas la situación antes, o tu miedo empeorará y tendrás otra experiencia traumática. El asesoramiento profesional es crucial.

Conclusión

Todo en exceso no es bueno, aunque la intención sea buena, a saber, mantener una buena salud. La hipocondría puede reducir la calidad de vida de una persona, sobre todo cuando la gravedad es elevada y la deja incapaz de pensar en otra cosa que no sea la enfermedad que cree que padece. La ansiedad por la salud da miedo.

Si sientes que tu mente está ensombrecida por una enfermedad grave que te asusta, esto podría ser un síntoma temprano de hipocondría o ansiedad por la salud. Cuando estos sentimientos interfieran en tu vida o en tu trabajo, no dudes en acudir a un psicoterapeuta para que te hagan pruebas y te traten con seguridad.